Cuando se me presentó la oportunidad de estudiar una Maestría en Pekín, en Administración de Empresas y en chino, no lo pensé dos veces. Después de estudiar un año y medio el idioma pensé “esta es mi oportunidad de aprender un poco más de China y seguir mejorando el idioma, pues estaré en un ambiente enteramente chino: clases en chino, profesores y compañeros chinos, trabajos, tareas, presentaciones, exámenes… todo en chino”. Estando a punto de culminar mi primer año de maestría, puedo confirmar que efectivamente además de aprender sobre la especialidad y el idioma, también hay otras varias lecciones aprendidas. Primero, cada vez que uno cree que finalmente ha alcanzado un cierto nivel del idioma chino, uno mismo se da cuenta que sigue siendo insuficiente, y por ello al inicio de cada nuevo semestre pienso que voy a reprobar todos los cursos. Las clases en chino tienen un nivel de complejidad alto, los temas nuevos, el vocabulario nuevo, los caracteres chinos y los acentos de los profesores de diferentes ciudades chinas, hacen que prácticamente cada clase sea un reto mental. Sin embargo, el reto no es imposible y he de decir que al final de cada semestre quedo gratamente satisfecha por lo aprendido y el esfuerzo realizado. Siempre se aprende, aunque claramente no el 100% cuando las clases son en chino.
Segundo, algo que me sorprendió muy positivamente, es el nivel de los estudiantes en mi programa. Siempre había escuchado que los alumnos chinos no participaban mucho en clase y que incluso los profesores no estimulaban dicha participación, pero esto no es así. Hoy en día las nuevas generaciones tienen otro enfoque, mis compañeros chinos tienen en promedio entre 22 y 25 años y en las clases siempre los he visto desenvolverse bien ante las preguntas de los profesores y también tomando la iniciativa para cuestionar posiciones y debatir con compañeros. Algo que llamó mucho mi atención y me deja con la impresión de que China tendrá cada vez más ciudadanos mejor preparados.
Por otro lado, los profesores en relación a los estudiantes extranjeros son flexibles y pacientes. La gran mayoría entiende que por la dificultad del idioma, la participación de los alumnos extranjeros en clase es limitada. No obstante, he tenido clases donde he visto como los profesores se esfuerzan en involucrarnos más, haciéndonos participar en presentaciones, preguntándonos nuestra opinión y/o punto de vista respecto a los temas vistos. Dichas preguntas las hacen en chino y a veces las repiten en inglés por si no quedó claro, y también permiten que nuestras respuestas sean en un lenguaje simple o incluso que nos ayudemos del inglés.
En cuanto a los estudiantes internacionales, todos tienen un nivel diferente de chino. Algunos, muy bueno y otros, muy básico. Por lo general, los estudiantes de maestrías en chino estudian el primer año el idioma y luego los tres años de la maestría. Sin embargo, el nivel adquirido en ese año no alcanza para para entender el 100% de las clases, es así que a los estudiantes extranjeros sólo nos queda hacer un doble esfuerzo en leer y estudiar y tratar de ser proactivos en las clases, así como en tratar insertarnos más en el ambiente académico, a través de los compañeros y profesores. Si bien es cierto que estudiar una maestría en chino es todo un reto, el esfuerzo vale la pena ya que son muchas las lecciones que se aprenden estando aquí. Vivir en China, volver a la vida académica, aprender cosas nuevas en otro idioma, compartir con amigos nuevos y de culturas diferentes, con costumbres y puntos de vista de diferente, permitirme conocerlos y a través de ellos entender un poco más su sociedad, creo que es algo muy valioso.
(Fuente: Xinhua en Español)