En un ambiente festivo y de hermandad, el festejo contempló talleres de papel recortado, caligrafía china, cocina y arte del té; también hubo danzas tradicionales de la provincia de Guizhou.
Ante los ojos curiosos de cientos de paseantes que se congregaron en el patio central del Museo Nacional de las Culturas del Mundo, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, un enorme dragón multicolor surcó el cielo, seguido por la majestuosidad y esplendor de diferentes danzas chinas tradicionales. De pronto todo fue alegría y movimiento; risas y aplausos: así iniciaban en México los festejos por el Año Nuevo Chino, que este 2017 está dedicado al Gallo.
Organizadas en colaboración por la revista China Hoy, la Embajada de la República Popular de China en México, el Centro Cultural de China y el Instituto Confucio, las dos jornadas de actividades que el público pudo disfrutar el tercer fin de semana de enero -anticipándose a la fecha exacta de la celebración, el día 28- destacaron por la variedad de sus propuestas, todas unidas por un único propósito: revelar al público mexicano la diversidad y la complejidad de la cultura china.
Así, además de la danza y la música originaria de la provincia de Guizhou, y de la propuesta alternada de agrupaciones de música folclórica mexicana -clara muestra de la amistad y admiración que ambos pueblos se tienen-, niños, jóvenes y adultos pudieron entrar en contacto con diferentes expresiones artísticas chinas en los talleres realizados por el equipo de Siente China, que desde hace dos años promueve en Latinoamericana las costumbres y tradiciones de esta nación.
En un ambiente festivo y de hermandad, los asistentes conocieron narraciones clásicas de la literatura infantil; además, aprendieron un poco más acerca del origen de algunos caracteres e incluso tuvieron la oportunidad de practicar ellos mismos su escritura. “Desde niño me ha gustado mucho el idioma chino; llevo un año estudiándolo y cada día me fascina más”, expresó Javier, universitario mexicano, que espera cumplir en un año su más grande sueño: viajar a China.
No faltaron las competencias de ping pong y, desde luego, los talleres de papel recortado, de pintura, cocina tradicional y uno dedicado al arte del té. Una verdadera fiesta en la que predominaron la amistad y el placer por comprender a una cultura que si bien distante, se asemeja a la mexicana en muchos aspectos.
Las voces por la pasión y el gusto por China no se hicieron esperar: “Me encanta la cultura milenaria de China”, dijo una estudiante de 15 años. “Son poseedores de un misticismo que no tiene ningún otro país”, reconoció un profesor de la UNAM; y más tarde una mujer jubilada: “Mi esposo es chino y me enseñó a amar su cultura”; tres opiniones que bien ejemplifican el ánimo general que se vivió en el Museo Nacional de la Culturas del Mundo.
De acuerdo con cifras proporcionadas por autoridades de este recinto, durante los dos días de actividades, alrededor de 11 mil personas se congregaron en el museo. Para sorpresa de los paseantes, las danzas se extendieron afuera del edificio, en la calle de Moneda, para luego desembocar al mismísimo Zócalo, corazón de México.
BICIBLETAS LLENAS DE COLOR Y CREATIVIDAD
Para el segundo día de actividades, realizadas el domingo 22 de enero, cuando una parte de China ya había robado los corazones de miles de mexicanos, una parte del programa se efectuó en la avenida Reforma, la más importante del país, donde se llevó a cabo un concurso en el que los participantes debían adornar sus bicicletas aludiendo al año del Gallo.
Ante la presencia de Qiu Xiaoqi, embajador de China en México; Cuauhtémoc Cárdenas, coordinador de Asuntos Internacionales de la Ciudad de México; y Tania Müller, secretaria del Medio Ambiente de la Ciudad de México, desfilaron las propuestas de los ciclistas, quienes con papel reciclado, plumas, globos, adornos metálicos y mucha creatividad embellecieron sus bicicletas.
Con el Ángel de la Independencia como excepcional testigo, las bicis, colmadas de colorido, deleitaron a los cientos de asistentes que se congregaron en la céntrica glorieta. Para Rodrigo Macías, quien fue uno de los ciclistas ganadores, este tipo de actividades son importantes pues a través de ellas “es posible conocer el lado espiritual y filosófico de China”; algo que el propio Rodrigo experimentó, luego de vivir un año en la ciudad de Xiamen.
En tanto, Jenny Acosta Trujillo, directora del Instituto Confucio, consideró vital estos festejos, pues es donde los estudiantes aprenden más sobre las costumbres y tradiciones chinas. “Hay que recordar que el instituto no sólo enseña la lengua, sino también su cultura”. Al final, la magia de la celebración más importante de China hechizó a los miles de mexicanos que quedaron cautivados por esta cultura milenaria.
Juan Carlos Aguilar es periodista, desde hace 12 años colabora en medios impresos y electrónicos en México. Se ha especializado en la cobertura de asuntos políticos, sociales y culturales.
(Fuente: Revista China Hoy, por Juan Carlos Aguilar)
